• Las guerras son un negocio. Un sucio negocio del que se benefician unos pocos y que sufren y pagan con sus vidas las personas más inocentes.
• El incremento del gasto armamentístico. Miles de millones que podrían destinarse a investigar la curación de enfermedades, crear escuelas, hacer hospitales y acabar con la lacra que es el hambre en el mundo.
• La escalada bélica nos puede conducir a una guerra nuclear. La tensión que se vive en el mundo tras el inicio de la guerra de Ucrania, ha reavivado la incertidumbre sobre el uso de armas no convencionales. Esto, además de suponer un peligro creciente para la humanidad, fija el concepto de la guerra como instrumento en las relaciones internacionales: la ley del más fuerte, la abdicación de la razón, la negación de Estado de derecho y de paz.
• Denunciamos el genocidio en Palestina. Porque lo que está pasando allí no es una guerra, sino un plan premeditado de exterminio de la población. Viviendas, hospitales, escuelas, ambulancias, campos de refugiados y medios de comunicación están siendo atacados. Miles de muertos que ni siquiera pueden ser enterrados mientras el mundo mira para otro lado.

La humanidad debe poner fin a tanta barbarie. Un mundo sin guerras y sin violencia es posible.

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